Hay un funeral en mi estómago.
Alguien da pico y pala.
Algo me arrolla muy dentro.
Y aunque no puedo ver sé
que vomita sangre en cada tajo
mi hígado,
de miedo ebrio.
Hay un muerto en mi interior.
Siento la peste.
Presiento los gusanos,
felices por fin del alimento.
Hay un crematorio
ubicado en mi vientre de azucena.
¡Ay mi vientre de azucena!
Hay otra mujer
putrefacta por los nervios
dentro de mi ser.
Hay un hilo invisible
que amarra mi fuerza
que ahorca mi voz.
¡Ay de mí!
En mi interior se está acabando
el mundo
y yo no puedo gritar.